Por: Héctor Alarcón Carrasco
Cuando la “Sociedad Nacional de Aviación”,
una empresa particular formada por aficionados al nuevo arte de desplazarse por el aire, necesitó un lugar
para realizar su primer ensayo de vuelo, don José Filomeno Cifuentes, conocido
hacendado y propietario del Fundo Batuco, no dudó en facilitar un retazo de
terreno de su fundo, en forma de triángulo, que quedaba al norponiente de la estación de los
ferrocarriles.
Sus medidas eran de unos tres kilómetros de
largo por uno de ancho; más que suficiente para que los aeroplanos de esa época
pudieran efectuar sus volaciones. La
pista reunía algunas cualidades especiales que la hacían muy atractiva. Casi no
había árboles, era un terreno muy parejo y tenía una característica que se
mantiene hasta el día de hoy: no crecen espinos en el perímetro, pero sí en los
alrededores, lo que como se ha dicho, la convertía en el terreno ideal para la
práctica del sport de la aviación.

Desde esa fecha los pioneros chilenos comienzan a volar en Batuco, aquí instalan su campo
experimental y realizan vuelos,
especialmente antes de sus exhibiciones en la capital.
Los hermanos Félix y César Copetta
construyeron y probaron en esta pista el primer avión construido en Chile,
conocido como “El Burrito”, el que piloteado por Eduardo Molina Lavín realizó
vuelos a una altura de 60
metros durante 10 minutos. Todo un acontecimiento para
la primera etapa de la aviación civil chilena.
Desde aquí salió el aviador Clodomiro
Figueroa Ponce el 18 de febrero de 1913, tras los mandos de su glorioso
aeroplano “Caupolicán” un Bleriot de 50
HP, en el primer raid realizado en Chile: Batuco-Santiago. Por primera vez un
piloto nacional volaba por los campos. El raid de unos 30 minutos permitió que
Figueroa se sintiera confiado de su máquina, comprendiendo que en ella podría
realizar vuelos de mayor distancia.
Fue así como el 25 de marzo de 1913, hace
exactamente 97 años, desde la pampa batucana emprendió el vuelo para realizar
el raid de mayor distancia realizado en el país: Batuco-Valparaíso-Santiago, el
que cumplió sin escalas en vuelo de tres horas y quince minutos, recorriendo
una distancia de 300
kilómetros . Al despegar de Batuco, la hermosa Carolina,
hija de don Jose Filomeno, colocó en el ojal de la blusa del piloto un hermoso ramillete de jazmines, flor que más
adelante adoptó el piloto para lucir cada vez que tenía un vuelo importante.
Fue aquí en Batuco donde Figueroa, más
conocido como “Don Cloro”, preparó su Bleriot “Valparaíso” de 80 HP, que
recientemente le habían regalado los porteños, para realizar el raid
Batuco-Santiago-Los Andes, con el fin de iniciar desde esta ciudad el primer
intento de cruzar la cordillera en un más
pesado que el aire.
A las ocho de la mañana del 14 de diciembre
de 1913, “Don Cloro” iniciaba su raid tomando rumbo a Santiago, sobrevolando la
ciudad y dirigiéndose luego a Los Andes donde llegó una hora más tarde. Aquí
durante una semana realizó tres
intentos, sin lograr su objetivo, debido a la poca potencia del avión.
El Aero Club de Chile
El 3 de junio de 1913 se había creado el Aero
Club de Chile, el que rápidamente consiguió su personalidad jurídica y recibió
como Aeródromo la pista que ya se usaba en Batuco, vendida con muchas
facilidades por don José Filomeno
Cifuentes.
Muy pronto el Aero Club Construyó un pequeño
hangar y algunas ramadas para proteger del sol a los espectadores que acudían
de Santiago a ver las volaciones, movilizándose
generalmente en tren, el que los dejaba a una cuadra del lugar.
Este Aeródromo tuvo la característica de
servir de campo de prueba y entrenamiento a la aviación civil pionera. Por aquí
pasaron Luis Acevedo, Molina Lavín, Don Cloro, los hermanos Copetta, Omar Page
y todo aquel que algo tuvo que ver con la aviación entre 1911 y 1920.
Los hermanos Copetta, mecánicos y
constructores de aviones por afición, construyeron un avión de muy buen
desempeño conocido como “Batuco”, cuyo nombre lucía orgulloso a los costados
del fuselaje.
Este avión era volado por Omar Page nuestro
primer piloto de acrobacias, quien el 27 de febrero de 1914 realizó en él, el
primer vuelo nocturno sobre Santiago.
Por su gran resistencia, Page hizo maravillas
con este avión, realizando numerosas exhibiciones tanto sobre la pista
batucana, como sobre la capital.
El Aeródromo tuvo sus días de gloria hasta
principios de los años 20, perdiendo su calidad de tal cuando decayó el Aero
Club, por lo que “Don Cloro” y los hermanos Copetta se ubicaron con sus máquinas voladoras al
amparo de la aviación militar que ya se había afincado totalmente en el campo
de Lo Espejo.
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