Aviación Chilena

Este blog pretende dar a conocer a ustedes los hechos más destacados de nuestra aviación pionera; recordando a aquellos antiguos aviadores que ganándole un espacio al destino, lograban elevarse por los cielos de la Patria.

domingo, 18 de julio de 2010

UN VUELO CENTENARIO 21 de agosto de 1910





Por: Héctor Alarcón Carrasco

Los primeros aviadores chilenos reconocidos como tal, fueron José Luis Sánchez Besa y Emilio Edwards Bello.  Lamentablemente ellos volaron sólo en Europa y a pesar de haberlo hecho allá por 1909, los cielos de la patria no tuvieron el privilegio de verlos en acción.

Fue un francés avecindado en Chile el primer valiente que se atrevió a tomar los mandos de un Voisin de 50 HP traído desde Francia y en tres vuelos de antología logró que una máquina aérea vulnerara las primeras capas del cielo patrio. Se llamaba César Copetta Brosio y  tal como dijo el periodista Sporting Boy (Luis de la Carrera), el 21 de agosto sería una fecha que en el futuro tendría un lugar especial en la memoria de los chilenos, al igual que los potreros de la chacra Valparaíso, donde hoy en día un monolito recuerda esta histórica fecha y donde cada año se celebra una ceremonia donde convergen miembros de la Dirección General de Aeronáutica Civil, la Municipalidad de Ñuñoa y el Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas de Chile.

Como una manera de llevar a los lectores al lugar de los hechos, he querido entregarles la crónica de Sporting Boy, uno de los pocos periodistas de la  época que estuvo presente en aquella tarde de agosto, hace cien años, en la improvisada pista de vuelo de la chacra Valparaíso.


El primer vuelo de César Copetta

Para la mayoría de los habitantes de esta pacífica ciudad les tomará por sorpresa la noticia del primer vuelo efectuado ayer en aires chilenos. Efectivamente se ha volado y sin farsa ni bulla. César Copetta ha logrado remontarse a diez metros de altura en su aparato Voisin. El infatigable ciclista de antaño el chauffeur de ayer, se ha sentido contagiado del movimiento que sacude hoy día la Europa y que lleva en precipitada carrera hacia el progreso, el arte de la aviación.

El entusiasta Copetta armó su aparato en menos de una semana, y sin pérdida de tiempo se trasladó a una chacra vecina a Santiago, se improvisó un hangar con sacos de paja y ayer poco después del mediodía, el flamante biplano pasaba a los potreros que habían de ser el teatro de los primeros ensayos formales de aviación en la costa oeste del Pacífico.

La noticia de que Copetta volaría se había esparcido sin saber como, y fue preciso cerrar el portón de la chacra a fin de evitar la aglomeración de curiosos. Con todo no faltó un buen número que fue testigo del espectáculo singular de varios vuelos.

El aeroplano se destacaba bizarramente sobre el mullido musgo del terreno. Sus grandes alas blancas, su cola, su quilla le daban el aspecto completo de un ave enorme. Al fondo el famoso motor Gnome y sobre el suelo el chasis de aterrizaje completaban las líneas del magnífico aparato.

Copetta subió al asiento del manejo y con el volante en la mano, el motor funcionando, da la orden a su hermano Félix para mover la hélice. Un ligero envión y la máquina empieza a rodar y corre vertiginosamente cerca de cincuenta metros para ir paulatinamente elevándose y cerniéndose elegantemente en el aire. Llega al límite del potrero y Copetta con una valentía y arrojo que le honra, evoluciona, da vueltas y sigue elevándose hasta una altura  de diez a quince metros.

Mientras tanto los espectadores de esta lindísima escena se sentían movidos de igual entusiasmo y corrían de un extremo a otro sin atinar que dirección tomar. El Voisin pasó varias veces sobre nuestras cabezas, dejándonos sentir el zumbido continuo de su motor. El espectáculo era sublime y todos declaraban que ya no existía sport tan notable como la aviación.

Hubo un nuevo vuelo y el señor David Echeverría no pudo sustraerse a la tentación de tomar pasaje en el estrecho espacio reservado al manejo. Y así juntos con Copetta volvieron a elevarse y recorrer el potrero de un extremo a otro, con el mejor éxito.

A todo esto, algunos campesinos de los alrededores se hallaban sobrecogidos de espanto y no daban crédito a la realidad que les proporcionaban sus ojos. Pero el huaso es inteligente, observador, perspicaz, y, no perdía detalle de cada maniobra ni dejaba pasar desapercibida la ocasión de asomarse y averiguar el mecanismo del aparato. El gran pájaro blanco, como lo llamaban.

Desgraciadamente no todo ha de ser éxito y alegría, buena suerte. En uno de los últimos vuelos, Copetta que maniobraba en el aire a razón de cincuenta millas por hora, quiso volar, y al hacerlo, una de las alas vino a topar en el terreno, causándole algunos desperfectos de poca consideración a una de las alas y a la hélice. A pesar de lo intempestivo del accidente, Copetta escapa ileso y con todo entusiasmo empezó a reparar las averías, que quedarán terminadas en el curso de esta semana.

Tal ha sido el éxito de los primeros vuelos en Chile. César Copetta significará el nombre del primer aviador chileno y sus ensayos serán mirados con el cariño y la admiración que sugieren los “pioneers” en sus obras grandes y temerarias. El 21 de agosto será más tarde una fecha que ha de recordarse, como asimismo los potreros llanos de la chacra Valparaíso. La aviación avanza de un modo gigantesco y muy pronto sus hechos nos contagiarán y harán de ella algo más positivo y más popular. La conquista del aire se ha conseguido y el hombre pasará a disfrutar de su victoria.

SPORTING BOY (Agosto 22 - 1910).








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