Los primeros
aviadores chilenos reconocidos como tal, fueron José Luis Sánchez Besa y Emilio
Edwards Bello. Lamentablemente ellos
volaron sólo en Europa y a pesar de haberlo hecho allá por 1909, los cielos de
la patria no tuvieron el privilegio de verlos en acción.
Fue un francés
avecindado en Chile el primer valiente que se atrevió a tomar los mandos de un
Voisin de 50 HP traído desde Francia y en tres vuelos de antología logró que
una máquina aérea vulnerara las primeras capas del cielo patrio. Se llamaba
César Copetta Brosio y tal como dijo el
periodista Sporting Boy (Luis de la
Carrera ), el 21 de agosto sería una fecha que en el futuro
tendría un lugar especial en la memoria de los chilenos, al igual que los
potreros de la chacra Valparaíso, donde hoy en día un monolito recuerda esta
histórica fecha y donde cada año se celebra una ceremonia donde convergen
miembros de la Dirección General
de Aeronáutica Civil, la
Municipalidad de Ñuñoa y el Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas
de Chile.
Como una
manera de llevar a los lectores al lugar de los hechos, he querido entregarles
la crónica de Sporting Boy, uno de los pocos periodistas de la época que estuvo presente en aquella tarde de
agosto, hace cien años, en la improvisada pista de vuelo de la chacra
Valparaíso.
El primer vuelo de César Copetta
Para la mayoría de los habitantes
de esta pacífica ciudad les tomará por sorpresa la noticia del primer vuelo
efectuado ayer en aires chilenos. Efectivamente se ha volado y sin farsa ni
bulla. César Copetta ha logrado remontarse a diez metros de altura en su
aparato Voisin. El infatigable ciclista de antaño el chauffeur de ayer, se ha
sentido contagiado del movimiento que sacude hoy día la Europa y que lleva en precipitada
carrera hacia el progreso, el arte de la aviación.
El entusiasta Copetta armó su
aparato en menos de una semana, y sin pérdida de tiempo se trasladó a una
chacra vecina a Santiago, se improvisó un hangar con sacos de paja y ayer poco
después del mediodía, el flamante biplano pasaba a los potreros que habían de
ser el teatro de los primeros ensayos formales de aviación en la costa oeste
del Pacífico.
La noticia de que Copetta volaría
se había esparcido sin saber como, y fue preciso cerrar el portón de la chacra
a fin de evitar la aglomeración de curiosos. Con todo no faltó un buen número
que fue testigo del espectáculo singular de varios vuelos.
El aeroplano se destacaba
bizarramente sobre el mullido musgo del terreno. Sus grandes alas blancas, su cola,
su quilla le daban el aspecto completo de un ave enorme. Al fondo el famoso
motor Gnome y sobre el suelo el chasis de aterrizaje completaban las líneas del
magnífico aparato.
Copetta subió al asiento del
manejo y con el volante en la mano, el motor funcionando, da la orden a su
hermano Félix para mover la hélice. Un ligero envión y la máquina empieza a
rodar y corre vertiginosamente cerca de cincuenta metros para ir paulatinamente
elevándose y cerniéndose elegantemente en el aire. Llega al límite del potrero
y Copetta con una valentía y arrojo que le honra, evoluciona, da vueltas y
sigue elevándose hasta una altura de
diez a quince metros.
Mientras tanto los espectadores
de esta lindísima escena se sentían movidos de igual entusiasmo y corrían de un
extremo a otro sin atinar que dirección tomar. El Voisin pasó varias veces
sobre nuestras cabezas, dejándonos sentir el zumbido continuo de su motor. El
espectáculo era sublime y todos declaraban que ya no existía sport tan notable
como la aviación.
Hubo un nuevo vuelo y el señor
David Echeverría no pudo sustraerse a la tentación de tomar pasaje en el
estrecho espacio reservado al manejo. Y así juntos con Copetta volvieron a
elevarse y recorrer el potrero de un extremo a otro, con el mejor éxito.
A todo esto, algunos campesinos
de los alrededores se hallaban sobrecogidos de espanto y no daban crédito a la
realidad que les proporcionaban sus ojos. Pero el huaso es inteligente,
observador, perspicaz, y, no perdía detalle de cada maniobra ni dejaba pasar
desapercibida la ocasión de asomarse y averiguar el mecanismo del aparato. El
gran pájaro blanco, como lo llamaban.
Desgraciadamente no todo ha de
ser éxito y alegría, buena suerte. En uno de los últimos vuelos, Copetta que
maniobraba en el aire a razón de cincuenta millas por hora, quiso volar, y al
hacerlo, una de las alas vino a topar en el terreno, causándole algunos
desperfectos de poca consideración a una de las alas y a la hélice. A pesar de
lo intempestivo del accidente, Copetta escapa ileso y con todo entusiasmo
empezó a reparar las averías, que quedarán terminadas en el curso de esta
semana.
Tal ha sido el éxito de los
primeros vuelos en Chile. César Copetta significará el nombre del primer
aviador chileno y sus ensayos serán mirados con el cariño y la admiración que
sugieren los “pioneers” en sus obras grandes y temerarias. El 21 de agosto será
más tarde una fecha que ha de recordarse, como asimismo los potreros llanos de
la chacra Valparaíso. La aviación avanza de un modo gigantesco y muy pronto sus
hechos nos contagiarán y harán de ella algo más positivo y más popular. La
conquista del aire se ha conseguido y el hombre pasará a disfrutar de su
victoria.
SPORTING
BOY (Agosto 22 - 1910).
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